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Comparativa: Alcázar de Sevilla, la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada

¿Cuál Visitar? El Alcázar, la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada

Andalucía, la tierra de las tres culturas, la antigua Baética romana, la posterior Vandalusia, foco de nacimiento y crecimiento del al-Andalus musulmán. En él tienen su origen estas tres grandes monumentos del Patrimonio Mundial que presiden una gran tríada monumental en cada una de las ciudades en las que se encuentran: Granada, Córdoba y Sevilla. Hablamos, claro está, de la Alhambra de Granada, con los Palacios Nazaríes, el Generalife y el Palacio de Carlos V; de la Mezquita-Catedral de Córdoba, acompañada del Alcázar de los Reyes Cristianos y la judería; y, como no, de los Reales Alcázares de Sevilla, junto con la Santa Iglesia Catedral, el Archivo de Indias y el Barrio de Santa Cruz. Como Toledo o Zaragoza, estas tres capitales andaluzas tuvieron grandes momentos de gloria en época andalusí.

No en vano, cada una de ellas, albergó la capitalidad andalusí en diferentes periodos, lo cual les llevó a poseer en su patrimonio cultural vestigios arquitectónicos de estas épocas de esplendor.

Comparar es absurdo, y cada una de las 3 atracciones merece sin duda la visita, pero vamos a dar unas notas de cada una para que puedas ver las principales diferencias.


La Mezquita-Catedral de Córdoba

Córdoba fue la capital del Emirato independiente y posterior Califato de Córdoba. Como seña de identidad propia del poder existente en la postrimería del primer milenio nos ha quedado la joya cordobesa, su Mezquita-Catedral, con un patio de entrada con naranjos y palmeras, al que se accede por la Puerta del Perdón y con diversas naves que alojan el lugar de culto en sí. Una característica propia del monumento es, a diferencia de la inmensa mayoría de las mezquitas, que el muro de la qibla está orientado hacia el sur, hacia el río Guadalquivir, y no hacia el este, hacia La Meca.

Su construcción la inició el emir Abd al-Rahmán I el año 786, en el lugar ocupado por la antigua basílica de San Vicente, compartida por cristianos y musulmanes. La construcción posee once naves con doce tramos o crujías, realizadas con material de acarreo y con su doble arcada, de herradura la inferior y de medio punto la superior, con dovelas en ladrillos rojos y caliza amarillenta. El emir Hixem I finalizó el patio y construyó el alminar, posteriormente desmochado y hendido en el campanario cristiano.

El emir Abd al-Rahmán II realizó la primera ampliación de la mezquita, así como una nueva actuación en el patio. Derribó el muro de la qibla y prolongó ocho tramos las crujías en dirección al Guadalquivir. La ornamentación fue igual, añadiendo capiteles labrados denominados de pencas. El mihrab, sostenido sobre cuatro columnas, sobresale sobre el muro de la qibla. También cerró el patio con saqqifas.

Ya en época del califato cordobés, Abd al-Rahmán III, el primer califa, amplió el patio, reforzó la arcada de entrada al oratorio y construyó un nuevo alminar de dos cuerpos cuadrados con cúpula con yamur, actualmente desmochado y parte del campanario cristiano.

Al-Hakam II, ya en el siglo X, amplió el oratorio en doce nuevas naves en dirección sur, con un nuevo muro de la qibla, esta vez doble, que permitió que el mihrab fuese una habitación octogonal, ricamente decorada y coronada por una cúpula en forma de concha. Construyó cuatro lucernarios con cúpulas nevadas. Ya no se utilizaron materiales de acarreo, sino que fueron tallados in situ, mostrando fustes rosas y azules y capiteles de pencas.

Almanzor, a finales del siglo X amplió las naves hacia el este, ante la cercanía del Guadalquivir, lo cual originó que el mihrab esté descentrado con respecto al muro de la qibla, el cual pasa a ser nuevamente simple. Todas las dovelas son de piedra caliza, aunque algunas pintadas de rojo.
Tras la conquista cristiana se constituyó el cabildo catedralicio (1238), situando bajo uno de los lucernarios de la Capilla Mayor. La macsura y el mihrab no fueron modificados ante su valor artístico.

A final del siglo XV se comenzó a erigir la Catedral cristiana, promovida por el obispo Íñigo Manrique sobre la capilla del siglo XIII. Con aires renacentistas, fue iniciada por Alonso Manrique en 1523. Durante unos cien años arquitectos y artistas como Hernán Ruiz I, Hernán Ruiz II, Juan de Ochoa o Duque Cornejo, dieron a la nueva Catedral la base de su aspecto actual con improntas artísticas de carácter manierista y barrocos, tanto en sus bóvedas, como en sus numerosas capillas (entre otras, la de Villaviciosa, la Mayor, la Real o la del Espíritu Santo) y en el coro.

En definitiva, visitar el conjunto de la Mezquita-Catedral de Córdoba, ya sea paseando por su patio exterior, por las arcadas de éste o accediendo a sus lugares de oración, nos traslada a un mundo ya superado e inmerso en la Historia del que tenemos el privilegio de mantener joyas como ésta.


Alcázar de Sevilla

El califato cordobés acabó desmembrándose en numerosos reinos taifas. Entre éstos se encontraba la taifa sevillana, con la familia Abadí al frente y su último rey, Al-Mutamid, el rey poeta, como valor más característico de la dinastía. En este periodo Taifa tuvo lugar la primera ampliación de la alcazaba hacia el sur y, ya con Al-Mutamid, la construcción del Alcázar de la Bendición, con estructuras actualmente incluidas bajo el Palacio Gótico.

Tras la invasión almorávide (siglo XI) la ciudad sevillana perdió parte de su poder, que pasó a Granada, la capital de los monjes guerreros en territorio andalusí. Con la llegada de los almohades en el siglo XII, tras los segundos periodos taifas, Sevilla volvería a convertirse en capital andalusí. El Alcázar fue ampliado hasta la actual Avenida de la Constitución, hasta la denominada Torre de Abd al-Aziz, con numerosos edificios interiores. Sus murallas fueron conectadas con el complejo sistema defensivo creado para la ciudad.

Alcazaba

Alcazaba

Tras el tercer periodo taifa y la toma cristiana de la ciudad, el complejo palaciego de los Reales Alcázares de Sevilla no dejó de crecer en majestuosidad. Con Alfonso X el Sabio se construyó el Palacio Gótico. Con Pedro I de Castilla y con su Palacio Mudéjar se dio un gran auge constructivo afianzado por el trato cordial del monarca castellano y el sultán nazarí de Granada, su vasallo.

Sus grandes patios, como el del León, el del Crucero o el de la Montería, alternan con otros más reducidos como el del Yeso, que dan entrada a estancias como la Sala de Justicia, de la época de Alfonso XI y semejante a la Sala de Comares de La Alhambra. Con los Reyes Católicos y el descubrimiento de América, algunas de sus estancias estuvieron dedicadas a la Contratación con Indias. Así cabe destacar el Cuarto del Almirante y la Casa de Contratación, con la Capilla, antigua Sala de Audiencias.

En la Casa de la Contratación

En la Casa de la Contratación

Cabe destacar la mezcla de motivos decorativos de origen musulmán en las diferentes construcciones, tales como arcos de herradura de estilo califal cordobés, arcos polilobulados, artesonados en los techos, decoración de filigranas en yeso. Muchas de las estancias fueron transformadas y adaptadas con el transcurso del tiempo, apareciendo otras con reyes como Carlos V y Felipe II y con la llegada de los borbones. Todo ello ha ocasionado una variedad estilística que da lugar a la belleza ornamental que posee el complejo, un deleite para los sentidos.

Sala de la Justicia

Sala de la Justicia

Por último cabe destacar sus majestuosos y variados jardines, salpicados de esculturas, surtidores y fuentes que ocasionan el deleite de los sentidos y permiten al visitante imaginar las más joviales vivencias de aquéllos que tuvieron el privilegio de habitar tan maravillosos patios, jardines y estancias.


La Alhambra de Granada

Sobre la ciudad de Granada, en la colina de la Sabika, se encuentra el complejo monumental de La Alhambra, “La Fortaleza Roja”. Surgió como tal tras la guerra civil acaecida tras el califato, la cual dio origen al reino Taifa Zirí, trasladándose la capital de Elvira a Granada. Samuel ibn Nagrella, reedificó las construcciones de la colina, de origen romano, para trasladar allí su palacio desde la alcazaba del Albaicín. La ciudad de Granada fue capital andalusí durante la etapa almorávide, entre los siglos XI y XII.

La época de máximo esplendor y desarrollo se produjo en la etapa nazarí, iniciada con el tercer y último periodo Taifa. Muhammad ibn Nasr, primer sultán nazarí, en 1238, ordenó reconstruir las edificaciones de la colina de la Sabika, naciendo así la ciudad palatina, la Alhambra. El conjunto inicial consta de palacio, ciudadela y fortaleza, residencia de los sultanes de la dinastía, junto a su corte y los soldados de élite. Será con Yusuf I y Muhammad V, durante el siglo XIV, cuando el complejo alcance su máximo esplendor

Tras la conquista cristiana fue reparada por artesanos moriscos y se instituyó como Casa Real a cargo del Conde Tendilla. Bajo el reinado de Carlos V se construyó el Palacio que lleva su nombre. Durante el siglo XVIII, entre los reinados de Felipe V y Carlos IV, el complejo monumental es prácticamente olvidado, siendo ocupado como cuartel por las tropas napoleónicas. Ya a fines del siglo XIX, con el apoyo de personajes ilustres como el escritor Washington Irving, fue declarada patrimonio de la humanidad.

El conjunto monumental definitivo, con más de 700 metros de longitud y una anchura máxima de 180 metros, posee siete puertas; cinco de ellas, la inicial de las Armas, la del Arrabal, la de la Explanada, la del Vino y la de las Albercas, de época nazarí; y las otras dos, la de las Granadas (antigua puerta de las Alegres Nuevas, nazarí), de tiempos de Carlos V, y la de los Carros, ya de época cristiana.

Al igual que ocurrió con los Reales Alcázares de Sevilla, la Alcazaba fue la primera de las construcciones realizadas en el complejo. Se partió de la fortaleza original de época califal. De forma trapezoidal, destacan entre sus torres la del Cubo, la de los Hidalgos, la de la Vela o la del Homenaje. Esta última, con seis pisos, pudo ser la residencia inicial de la familia real.

Diversos sultanes fueron los artífices de los diferentes palacios nazaríes extramuros de la Alcazaba, construidos durante el siglo XIV. Los diferentes edificios palaciegos se componen de numerosas salas y patios entre los que podemos citar, entre otros, el Patio de los Arrayanes o el Salón de los Embajadores (Torre de Comares) en el Palacio de Comares; y la Sala de los Mocárabes, el Patio y la Fuente de los Leones, la Sala de los Abencerrajes o el mirador de Lindaraja, en el Palacio de los Leones. Otras estancias son junto el Mexuar o sala de audiencias y justicia, las salas privadas del Sultán y el Partal.

De exquisita decoración realizada con yeserías caladas y en relieve, azulejos y ladrillo, con motivos naturales y florales, se reproducen numerosos pasajes del Corán y jaculatorias. Cabe destacar también las vidrieras y trabajos en madera noble que jalonan las ventanas, paredes, celosías y techos, con incrustaciones en oro y lapislázuli.
Ya en periodo de dominio cristiano fue construido el denominado Palacio de Carlos V, diseñado por Pedro Machuca, de planta cuadrada y patio circular, de características manieristas en el patio y elementos renacentistas y barrocos en la fachada. Acoge en su segunda planta el Museo de Bellas Artes de Granada. Cabe destacar también el Convento de San Francisco, actual Parador de Turismo, la Alhambra alta, en estudio arqueológico, y la Torre de los Siete Suelos, donde se ambientaron algunos cuentos de Washington Irving.

Por último, destacar el Generalife, creado para retiro y descanso de los líderes musulmanes a partir del siglo XII y rodeado de jardines, fuentes y otras construcciones como Los Albercones, la Alberca Rosa o la Silla del Moro. Desde él se pueden observar maravillosas vistas de Granada, de la Alhambra y del paraje natural frondoso que puebla la colina donde se ubica la fortaleza, declarado dicho bosque paisaje cultural por la Unesco.

En definitiva, el conjunto monumental de la Alhambra de Granada, el monumento más visitado de Andalucía, fue alternando con épocas de esplendor con aquéllos que fueron creados en las otras dos grandes capitales andaluzas, Córdoba y Sevilla, coincidiendo en determinados momentos de esplendor con la última de ellas, sobre todo durante el reinado de Pedro I en Castilla y Muhammad V en Granada, vasallo éste último del monarca castellano.

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